La Cruz Roja Venezolana está en el ojo del huracán. Hace solo siete días, Mario Villarroel, su expresidente, vio cómo el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) daba por terminadas sus funciones al frente de esta noble institución. Pero Mario no ha guardado silencio. Ha salido al paso a las acusaciones, rechazándolas con firmeza y tachándolas de «injustas e ilegales».
Una intervención en medio de la polémica
Este revuelo surge luego de que Tarek William Saab, el fiscal general, abriera una investigación sobre supuestos actos de «acoso y maltrato» que Villarroel habría perpetrado contra el personal de la Cruz Roja. Este anuncio del fiscal desembocó en una decisión trascendental del TSJ: la intervención de la organización y el nombramiento de una junta «ad hoc» para su completa reestructuración.
Un liderazgo sin manchas
Villarroel, quien ha liderado la Cruz Roja nacional durante más de cuatro décadas, ha defendido su gestión, subrayando que nunca antes había enfrentado acusaciones de maltrato o cualquier otra índole. Su trayectoria, según él, está marcada por el respeto y cumplimiento de las normas internas, incluyendo la realización de elecciones en los tiempos previstos.
Con respecto a las donaciones financieras internacionales que la Cruz Roja Venezolana ha recibido, Villarroel fue enfático en señalar que todas han estado bajo la supervisión y administración de la federación internacional, resaltando así la transparencia con la que se han manejado estos fondos.
El camino a seguir
A pesar de la tormenta que enfrenta, Villarroel informó que actualmente se encuentra fuera de Venezuela, recibiendo tratamientos médicos necesarios. Sin embargo, aunque esté físicamente distante, su atención y espíritu están con la institución y con el proceso judicial que le involucra. Prometió seguir de cerca cada desarrollo y luchar por limpiar su nombre y el de la organización a la que ha dedicado su vida.