Miguel Cabrera, una de las leyendas vivas del béisbol venezolano, vuelve a demostrar su capacidad de adaptación. A pesar de un inicio de temporada complicado con los Tigres de Detroit, el veterano jugador ha conseguido sacar a relucir su talento una vez más, revitalizando su desempeño en los últimos 20 encuentros.
<h2>Un comienzo difícil
Los Tigres de Detroit fueron conscientes desde el comienzo de la temporada de los desafíos que enfrentaría Cabrera, en especial en relación a los problemas recurrentes con sus rodillas. En sus propias palabras, «El problema en mi rodilla es realmente malo». Este escenario le llevó a limitar su participación en el terreno, disputando tan solo 27 de los primeros 50 partidos de la temporada. Sus cifras en este periodo, con un promedio de bateo de .169 y un porcentaje slugging de .455, dejaban mucho que desear.<h2>La vuelta al ruedo</h2>
Sin embargo, tal y como reza el viejo refrán, “Al César lo que es del César”. Cabrera, que se llevó la Triple Corona en 2012, ha recuperado su forma y ha aumentado su productividad. En sus últimos 20 partidos, Cabrera ha logrado un impresionante promedio de bateo de .339, con seis dobles, un jonrón y un porcentaje slugging de .895.
«Mis tiempos de bateo son cruciales», explica Cabrera. «Si tengo buen timing, voy a poder ver la pelota correctamente y hacer swing a lanzamientos más adecuados. Con un buen timing, puedo tener mejores turnos al bate, y eso es muy importante. Cuando tienes buenos turnos, los resultados llegan con el tiempo».<h2>Mirando hacia el futuro</h2>
Cabrera, que está viviendo su última temporada en la MLB, ha acumulado hasta la fecha 12 carreras impulsadas con un promedio de bateo de .238 en 47 partidos, y 172 apariciones en el plato. Gracias a este impulso, los Tigres de Detroit se encuentran en la tercera posición de la División Este de la Liga Americana, a cinco juegos de los líderes, los Mellizos de Minnesota.
Aunque no es un inicio de temporada ideal, Cabrera y los Tigres muestran signos de recuperación. Es un recordatorio, como siempre, de que en el béisbol, al igual que en la vida, lo importante no es cómo se comienza, sino cómo se termina.